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Superar el mal con el bien

“No seas vencido por el mal, sino vence el mal con el bien” Romanos 12:21.

Durante mi entrenamiento para la certificación de ACBC, tuve el privilegio de ser entrenado por el Dr. Robert Smith, un padre fundador del Movimiento de Consejería Bíblica. Tener al Dr. Smith (Doc, como todos lo llamamos) en la sala fue increíblemente útil, pero a veces, intimidante.

Doc tenía una regla: si tenía que interrumpir y “salvar la sesión”, esa hora de consejería no contaba para tu supervisión. Había mucha motivación para asegurarse de que Doc no interrumpiera. No es que le gustara interrumpir, pero si pensaba que ibas por el camino equivocado, le importaba más que la sesión de consejería saliera bien a que recibieras crédito por tu hora. Una vez, de hecho, recuerdo que detuvo la sesión, me miró a los ojos y me dijo: “Josh, no estoy seguro de que entiendas el significado de Romanos 8:28-29”. Le contesté que creía que sí, y él replicó: “No, estoy seguro de que no lo entiendes”.

En otra sesión, tuvimos un encuentro similar, pero él me dio un poco más de margen. Estaba hablando con un matrimonio que se peleaba mucho y se trataban cada vez peor porque el otro le había tratado muy mal. Todavía no habíamos visitado Romanos 12:21, pero después de escuchar sus explicaciones sobre por qué seguían pecando el uno contra el otro, dije: “Oh, ya veo. Tienen razón. Creo que eso está contemplado en Romanos 12:22”. Doc se volvió y me miró, queriendo corregirme, pero le guiñé un ojo y dejó que el momento de la enseñanza se desarrollara. Mientras mis confusos alumnos me informaban de que sus Biblias sólo llegaban hasta el 12:21, les dije: “Tienes razón, Dios sólo quiere que venzas el mal con el bien. Fin”.

El llamado claro

Para muchos de nosotros, eso es difícil de hacer en nuestras propias vidas: aprender a devolver el mal que se ha hecho contra nosotros con el bien. Escucha estas palabras acerca de por qué no sólo es esencial, sino que se debe hacer con el mal cuando se realiza contra nosotros y contra nuestros aconsejados:

“Cuando un hombre perjudica a otro, éste puede tomar represalias, guardar rencor o desquitarse con un tercero. Cualquiera que sea, ahora hay dos males donde antes había uno; y se inicia una reacción en cadena, como la propagación de un contagio. Sólo si la víctima absorbe el mal y lo pone fuera de circulación, se puede evitar que vaya más allá”. -G.B. Caird, La revelación de San Juan el Divino

Esta cita se me ha quedado grabada por la descripción de cómo el mal engendra el mal y cómo la solución no es propagar el mal, sino contenerlo, absorberlo.

El llamado a absorber el mal

Cuando enseñamos a nuestros aconsejado qué hacer con el problema del mal que se hace contra ellos, debemos ayudarles a ver que si devuelven el mal que se ha hecho contra ellos pecando contra otra persona, continuarán este horrible ciclo. Sólo cuando elijan mostrar amor, el mal dejará de extenderse.

Se nos dice en 1 Pedro 2 que Cristo es la imagen perfecta de esto. Fíjate en el lenguaje de “llevó nuestros pecados” y cómo eso encaja con la forma en que debemos tratar el mal que otros propagan contra nosotros.

“Y quien cuando le ultrajaban, no respondía ultrajando; cuando padecía, no amenazaba, sino que se encomendaba a aquel que juzga con justicia; y Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz, a fin de que muramos al pecado y vivamos a la justicia, porque por sus heridas fuisteis sanados”. 1 Pedro 2:23-24

Todos debemos esforzarnos por seguir el ejemplo que vemos en Cristo. No difundas el mal haciendo más mal, más bien, sopórtalo. Toma el mal que se hace y rehúsa difundirlo. En cambio, comparte sólo lo que es bueno.