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El miedo y la ansiedad

¿Deberían el miedo y la ansiedad formar parte de la vida de un creyente?

Mar 6, 2025

Algunos pecados son tan comunes entre cristianos que se han convertido en comportamientos aceptables. A menudo, ya ni siquiera se le llama “pecado” al pecado. Como ejemplo, considera a la ansiedad. Por lo general se describe como “pensar sobre algo en exceso”, “sentirse incómodo”, o “estar preocupado”. Piensa en la madre dedicada a las vigilias nocturnas en la ventana hasta que su hijo regresa a casa, o el marido preocupado que teme una posible pérdida de empleo. ¿Quién de nosotros no se ha enfrentado a sentimientos similares? Los problemas surgen cuando los pensamientos preocupantes llegan a consumirlo todo y provocan respuestas pecaminosas. 

Para aquellos que tienen una filosofía más despreocupada de la vida, puede resultar difícil entender que alguien se preocupe o se angustie por algo. “No te preocupes, sé feliz”, ¿no? Para la persona que lucha con la ansiedad, esta idea es casi imposible de poner en práctica. El miedo y la preocupación pueden surgir de repente y prolongarse durante mucho tiempo. Pueden consumir nuestra energía, ocasionar falta de sueño, agotar nuestra alegría, arruinar relaciones, e incluso agravar los dolores físicos. Revelan la posible ignorancia o la falta de fe en la soberanía de Dios (Romanos 8:28-29). Pero sobre todo, el miedo y la ansiedad no glorifican al Señor. No podemos deshacernos de los sentimientos ansiosos con tan solo presionar un botón. Se requiere la disciplina de la práctica repetida del comportamiento bíblico hasta que se forme un nuevo hábito de confiar en Dios. 

A menudo, nuestros problemas permanecen sin resolver porque no los identificamos en términos bíblicos. Incluso los programas seculares de “doce pasos para la adicción” reconocen que el primer paso es admitir que hay un problema. ¿Cómo admitimos que hay un problema si ni siquiera podemos articular bíblicamente cuál es nuestro problema, o si hemos estado poniendo excusas para justificarlo? Entonces, ¿cuándo es pecaminosa la preocupación? La preocupación es pecaminosa cuando: 

  • Nuestros pensamientos no son productivos y/o son obsesivos con las cosas. 
  • Nos controla y nos lleva a descuidar las relaciones y responsabilidades. 
  • Daña nuestros cuerpos (con malestar del estómago, úlceras, migrañas, etc.). 
  • Nos hace perder la esperanza en vez de buscar respuestas bíblicas. 
  • Dejamos de funcionar. 

La preocupación suele estar motivada por el miedo. El miedo es un sentimiento de ansiedad causado por la presencia real o percibida de peligro, mal, dolor o consecuencias. La importancia de superar el miedo radica en primer lugar en diferenciar adecuadamente entre la prudencia, el temor piadoso y el temor pecaminoso. 

La prudencia se ejercita más evitando el mal que ejecutando lo que es bueno. En Proverbios 14 y 22, el hombre prudente es descrito como un hombre sensato que considera sus pasos, está rodeado de conocimiento y evita el mal cuando lo ve en lugar de continuar hacia él. El hombre insensato, ingenuo, o necio, seguirá el camino peligroso y sufrirá las consecuencias. En otras palabras, o debería decir, en las palabras de muchos padres sabios a sus hijos: “Usemos el cerebro que Dios nos dio”. Así como uno no pensaría acercarse a un león durmiendo para provocarlo, así nosotros como cristianos prudentes y sensatos, tampoco debemos dirigirnos en el camino de peligro o del mal. La aplicación de las Escrituras, junto con el sentido común, son las herramientas más eficaces en el ejercicio de la prudencia cuando elegimos dirigir nuestro camino lejos de los problemas. 

El temor piadoso es un respeto reverencial por la Persona y la obra de Cristo en nuestras vidas y se manifiesta en nuestros pensamientos, palabras y acciones que se alinean con los mandamientos de las Escrituras. El temor piadoso nos motiva a glorificar al Señor, ya sea comiendo o bebiendo (indicativo de tareas diarias que no requieren mucho pensamiento o esfuerzo), o en actividades relacionales con Dios y otras personas a lo largo de nuestro día. (Eclesiastés 12:13-14; Proverbios 1:7; 28:1; Mateo 14:1-2; 1 Corintios 10:31; 2 Corintios 5:9) Se nos manda que pongamos el corazón y la mente en las cosas de arriba y no en las de la tierra, y que temamos a Dios más que a los hombres. (Hechos 5:29; Colosenses 3:2) 

El temor pecaminoso es el temor que nos motiva a alejarnos del pensar, hablar y comportarnos bíblicamente. Para ayudarnos a descifrar el temor piadoso del temor pecaminoso, podemos preguntarnos: «¿Qué estoy deseando, más que glorificar a Dios, que estoy dispuesto a pecar para conseguirlo o a pecar si no lo consigo?». 

Sean cuales sean los deseos pecaminosos, suelen estar motivados por una de estas tres cosas: 

  • Un deseo de la aprobación de otras personas que proviene de un temor del hombre, en lugar de un temor de Dios (Mateo 10:28-33; 26:69-75; Hechos 5:29; Gálatas 1:10; 1 Tesalonicenses 2:4-6). 
  • Un deseo de control que proviene de un temor de la pérdida del control, en lugar de confiar en la soberanía de Dios (Josué 1:9; Salmos 34:4-10; 91:1-6; Proverbios 1:33; 3:5-6, 21-26; Isaías 26:3; 43:1-2; Mateo 6:33-34; Filipenses 4:19). 
  • Un deseo de permanecer o morar en miedos irracionales porque nos hemos acostumbrado, en lugar de disciplinarnos para obedecer las Escrituras y permitir que el Señor desarrolle en nosotros dominio propio (Juan 4:4,18; 14:27; Filipenses 4:8, 13; 2 Timoteo 1:7).    

El Señor nos creó con un hermoso rango de emociones. No es que se espere que nadie tenga miedo o se preocupe nunca. Sin embargo, lo que se espera de los cristianos es que sigamos el ejemplo que Cristo nos dio y elijamos tener la misma actitud hacia el temor y la preocupación que Aquel a quien decimos seguir (Mateo 6:25-34; Filipenses 2:5). 

En Filipenses 4:4-9, el apóstol Pablo presenta claramente una solución bíblica para el miedo y la preocupación. Nos manda a: 

  • Orar correctamente (vv. 4-6) al:  

Regocijarnos y ser agradecidos.  

Presentar nuestras peticiones a Dios. 

  • Pensar correctamente (v. 8) al:  

Disciplinar nuestras mentes para “morar en esas cosas” a través del estudio cuidadoso y la meditación en la Palabra de Dios (Salmo 27; 37; 46; 73; 94; Juan 14; 16:33; 1 Pedro 5:6-7). 

  • Comportarse correctamente (v. 9a) al:  

Aprender de creyentes maduros.  

Obedecer a las Escrituras. 

  • Sentir correctamente (vv. 7 y 9b).  

Curiosamente, éste es el único paso del que no somos responsables. Después de que elegimos obedecer orando, pensando y haciendo lo correcto, Dios promete llenarnos de Su paz. Como cultura, hemos invertido esto completamente. Nos hemos centrado tanto en sentirnos bien, que con demasiada rapidez psicologizamos o medicamos los problemas sin antes poner en práctica los claros mandamientos de las Escrituras y confiar en que Dios será fiel a Sus promesas. Dios es amorosamente claro acerca de Su receta para los pecados del miedo y la preocupación y promete llenarnos de Su paz cuando obedecemos Sus mandamientos. 

En Juan 13:17 Cristo dice: «Si saben esto, serán felices si lo practican». Nuestro mayor desafío no es necesariamente el miedo o la preocupación en sí, sino más bien no saber cómo manejarlo bíblicamente o peor aún, saber qué hacer, pero elegir no hacerlo. Como consejeros bíblicos, es vital que primero tratemos nuestro propio temor y preocupación bíblicamente, y luego discipulemos a nuestros aconsejados en las mismas verdades, todo mientras los animamos a que hay esperanza y alivio a través de las Escrituras. 


El articulo «Fear and Worry» (El temor y ansiedad) fue publicado originalmente el 16 de septiembre de 2025.